Video instalación, en colaboración con Oscar Leone, es el producto del recorrido de un caminante a través de algunos paisajes de Santander que tienen como referente el agua. En un intento por traer las sensaciones de un cuerpo que se interna en la soledad del paisaje Santandereano, imagen y sonido dan voz y profundidad a la travesía.

La obra se propone reconstruir un vínculo más estrecho con los estados del agua, una sustancia que aún insiste en conservarse pura y deslumbrante en algunos lugares de la Tierra, pese a nuestros ingentes deseos de permearla por los procesos de transformación que la economía en sus diversas escalas, ejerce sobre su uso y ocupación. Las pimpinas de cristal portadas por el performer como símbolo de la fragilidad de este recurso, contienen agua en su estado elemental y miel, cuyo simbolismo conecta con el alimento, lo sagrado, pero también con el pensamiento y su energía transformadora.